23 de Marzo de 2012

Reactivación esquiva

Ricardo Ffrench-Davis Académico de U. de Chile Revista América y Economía 20 de marzo de 2012

Chile ha tenido una muy positiva reactivación económica en 2010-11, con muchos indicadores favorables. Pero vuelve a fallar en construir bases para un persistente crecimiento del PIB con creciente equidad y equilibrios sostenibles. Con el contagio de la crisis financiera internacional, que comprendió una drástica caída del volumen de las exportaciones de 6,4%, la actividad económica de Chile, experimentó un ajuste recesivo en 2009. Un amplio abanico de políticas públicas en respuesta a la emergencia incluyó un aumento sustancial del gasto público, con medidas pro empleo e inversión, y transferencias a los sectores de menores recursos. La crisis global encontró a Chile con un sistema bancario bien capitalizado, un fisco que era acreedor neto y (previo a la crisis) un significativo superávit en la cuenta corriente. Ya en el trimestre final de 2009 la economía estaba en vigorosa reactivación. Una parte del desafío que implicaba la recuperación era relativamente fácil. La realidad es que en marzo de 2010-ya descontada la destrucción por el terremoto de 2% de la capacidad productiva, según el BC-Chile tenía una notoria capacidad para que el PIB efectivo aumentase, por varios trimestres, bastante más que la capacidad que se iba creando. Evidentemente, a medida que se reduce la brecha entre PIB efectivo y potencial, adquieren mayor urgencia los desafíos de seguir avanzado en correcciones de funcionamiento de la economía nacional, de manera que los sectores medios y de menores ingresos se incorporen al desarrollo productivo, La reducción de brechas de productividad es esencial para el desarrollo económico y social inclusivo, para la armonía social. La recuperación de la actividad de fines de 2009 fue interrumpida transitoria, pero significativamente, por el terremoto de 2010. Hasta mediados de 2011 la demanda interna se expandió dos dígitos, arrastrando hacia arriba el PIB, cuyo crecimiento alcanzó un 6-7% anual, eliminándose la brecha entre PIB efectivo y potencial. Más allá de ciertos anuncios, nada especial ha pasado en la capacidad productiva. Se trata de una oferta de capacidad que quedó subutilizada en 2009 que ha podido responder al incremento de la demanda: una política monetaria expansiva, un gasto fiscal alto, un tipo de cambio deprimido (pésimo para el futuro) e ingresos de capitales. Ahora, las proyecciones para 2012 indican que estamos de vuelta a la llanura del 4%, similar al promedio de 2009-11 y al de 1999-2008, e inferior al 7,1% de 1990-98. Hay tres fallas, interrelacionadas: (i) desequilibrio externo, (ii) volatilidad cambiaria y (iii) balance fiscal extremadamente dependiente del precio del cobre. El volumen de las importaciones ha crecido a más del doble de la velocidad de las exportaciones desde 2005. Las Evidentes fallas de la política cambiaria han sido determinantes de ese resultado deficiente, que ha involucrado desaprovechar las oportunidades de desarrollo productivo que ofrecían las preferencias comerciales recibidas, y ha golpeado a las pymes, que compiten con importaciones a un tipo de cambio desequilibrado. Ante la persistencia de shocks externos positivos de precio del cobre e ingresos de capitales, la política macroeconómica ha acomodado, de manera pro-cíclica, un tipo de cambio real consistente con precio del cobre muy alto, por encima de su promedio histórico, y por encima de su nivel real sostenible en el largo plazo. Los altos precios han sido internalizados en las cuentas fiscales estructurales, vía aumentos notables en el precio de largo plazo considerando en el presupuesto: en seis años se ha subido “el precio de tendencia de 88 centavos la libra a 302 centavos en 2012. La permanencia de una política de tasa libre-libre y cuenta de capitales abierta, implica renunciar a la política macroeconómica sostenible: con demanda regulada a niveles cercanos a la frontera productiva y con un tipo de cambio “correcto” o bien alineado. En un contexto de flujos de capitales masivos y volátiles y términos del intercambio muy variables-en un mercado que, sorprendentemente, parece ignorar que hay un fondo de estabilización-, un tipo de cambio totalmente libre fluctúa, sin estacionarse en las cercanías de su nivel de tendencia sostenible. Esa volatilidad desalienta (i) la generación de valor agregado al recurso natural, (ii) el ingreso de las pymes a la explotación, (iii) la sobrevivencia de la industria nacional que compite con las importaciones, y (iv) el aprovechamiento de oportunidades ofrecidas por los acuerdos comerciales y acentúa sus riesgos y costos.

Volver a lista de Opiniones