21 de Enero de 2009

2009: difícil sí, imposible no

Joseph Ramos Profesor Facultad de Economía y Negocios Universidad de Chile

Que el año 2009 va a ser difícil para Chile, que duda cabe. Imposible no serlo con las principales economías del mundo en recesión. Pero es importante dimensionar la crisis y no exagerarla. En la actualidad el pronóstico mayoritario de los analistas es que la economía chilena crecerá cerca de 2%, la mitad de lo del 2008, lo que elevaría el desempleo en algo como 1,5%. Un grupo más pesimista habla de un crecimiento nulo o, inclusive, una leve contracción, en cuyo caso el desempleo pasaría del 10%. En este caso, estaríamos hablando de una crisis parecida a la crisis asiática, cuando la producción se contrajo 1% y el desempleo llegó a 11%. Pero de ninguna manera puede compararse con la depresión del 82/83 cuando la producción cayó 17% y el desempleo se acercó al 30%. Esa sí fue una catástrofe. Son varias las razones por no temer una contracción en Chile. Primero, la crisis se origina afuera, no acá, y es el sistema financiero del norte el que está en jaque, como lo estuvo el chileno en 1982, pero no ahora. Segundo, en los 80s Chile estaba sobreendeudado. Hoy, la deuda externa es baja. En efecto, el fisco ahorró durante este período de precios bonanza del cobre, por lo que dispone de recursos con creces para estimular el gasto. Si estamos tan bien posicionados ¿por qué va a frenarse nuestro crecimiento? Los precios de nuestras principales exportaciones han caído, y eso golpeará nuestro crecimiento. Mas el tipo de cambio ha subido 50% y eso mitigará su situación así como alentará la industria nacional que compite con importaciones. En mi opinión, el mayor peligro para nuestra economía no radica en nuestras exportaciones si no en nuestras expectativas. En efecto, es imposible leer durante 3 meses cómo se contraen las economías centrales sin temer por la propia. De ahí que muchos inversionistas encuentran más prudente postergar algunos de sus proyectos y los consumidores recortar sus gastos más prescindibles. Mas la prudencia individual produce un daño colectivo, pues mientras más negativas las expectativas peor las ventas y producción del 2009. Precisamente para impedir tal profecía autocumplida, la semana pasada la autoridad revirtió su política macroeconómica, hasta entonces diseñada para frenar la escalada inflacionaria. El Banco Central bajó la tasa de política monetaria en un punto porcentual, la primera de varias para así reducir el costo del crédito e inducir un mayor gasto privado. Y tres días antes Hacienda anunció un paquete de medidas, del orden de US$ 2.000 millones en el 2009, para contrarrestar una contracción exagerada en el gasto privado. Por cierto, habrá distintas apreciaciones respecto a la bondad de cada una de las medidas específicas, mas creo que todos concordarán que es un monto importante de recursos, a la altura de la situación. Además contiene una variedad amplia de estímulos. Incluye una mayor inversión en obras públicas y viviendas, el sector más golpeado por la crisis; reducciones transitorias en los impuestos de las empresas y personas; un bono importante (para que aumenten su gasto) para el 25% más pobre de la población; y un subsidio a la contratación de jóvenes. Gracias a la prudencia de los años de vacas gordas, disponemos de estos importantes recursos para este período de vacas flacas. Si bien el Banco Central tardó algo en actuar, al actuar lo hizo con vigor. Y como la tasa vigente es aún elevada, 7,25% queda aún mucho espacio para bajar, a diferencia de USA, cuya tasa ya está en menos de 0,5%. De ahí que concluyo que este paquete y las futuras reducciones en el costo de crédito han de evitar el escenario contractivo que los más pesimistas temían.

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