22 de Marzo de 2010

¿Aprovechadores?

José Miguel Benavente Departamento Economía, Universidad de Chile 02 de Marzo 2010 - Diario Financiero

Qué tragedia. Horror, angustia, miedo. Son muchas las emociones que nos embargan cuando vemos que todo alrededor nuestro comienza a moverse, caerse y romperse. Quedamos en shock. Después de unos largos minutos no sabemos si aún sigue efectivamente temblando o se trata de nosotros mismos que no dejamos de temblar. En estas ocasiones nos revelamos tal cual somos. Con nuestros miedos, angustias y certezas. Es aquí donde nuestras emociones opacan cualquier acto premeditado, conciente y pensado. Donde las mascaras no existen. Nuestras emociones nos revelan tal cual somos. Así reaccionamos también cuando nos enteramos por la televisión que en algunos negocios el kilo de pan se está vendiendo cuatro veces más caro que antes. Y que lo mismo ocurre con otros bienes básicos como la leche, los pañales y el azúcar. Aprovechadores. Sinvergüenzas. Nuestras emociones afloran nuevamente. ¿Pero qué nos dicen los precios cuando suben tan radicalmente? Sabemos que en una economía de mercado, los precios son potentes señales. Es información de gran relevancia a la que podemos reaccionar de variadas formas, entre ellas con epítetos poco corteses como los anteriores, para quienes ofrecen estos productos. El hecho que el precio suba en forma dramática como ha acontecido en algunos casos post terremoto, puede significar muchas cosas. Permítanme sugerirles algunas entre varias posibles. En primer lugar, escasez. Efectivamente, si no hay posibilidades de reabastecimiento del negocio o no hay otros que puedan ofrecer el bien, aquellos consumidores que realmente necesitan de éste estarían dispuestos a ofrecer más dinero por obtenerlo empujando el precio al alza. Como si fuera una subasta. Otra posibilidad es que el precio de cuenta de un comportamiento oportunista del eventual monopolista que quiere extraer la mayor cantidad de renta de los demandantes. Es decir, un aprovechador. Pero si fuera efectivamente una especie de subasta, ¿el bien se lo llevaría el que más lo desea o necesita, o el que tiene más dinero entre aquellos que más lo necesitan? ¿Y que hay del caso donde podría existir una penalización ex post de los consumidores a quien quiera avivarse en su negocio ya que todos se conocen o viven en la misma comunidad? Es de esperar que lo piense muy bien antes de hacerse el lindo. La pregunta de fondo y que da cuenta de las reacciones emocionales de muchos es si hay espacio para la ética en los negocios ante estas situaciones. Y de ser así podemos enrostrarles su falta de solidaridad. O bien, si los mecanismos de precios son los adecuados para señalizar escasez y, por tanto, no deberíamos enjuiciar a aquellos que esforzadamente nos permiten que exista una oferta de estos bienes. ¿La búsqueda de su propio interés logra que los recursos escasos se usen de manera eficiente, o efectivamente el mercado es cruel? Separar la emoción de la lógica no es fácil en estos días de gran conmoción. Pero las buenas decisiones pueden hacer la diferencia para que este proceso de recuperación sea menos doloroso y algo más justo. Mucha fuerza a todos, que la tarea viene muy dura.

Volver a lista de Opiniones