31 de Agosto de 2011
Capacitarse en Chile: hacia una acreditación del aprendizaje
Fernando Rouliez Fleck
Director de Educación Ejecutiva
Departamento Control de Gestión y Sistemas de Información
Facultad Economía y Negocios de la Universidad de Chile
Publicación City
08/08/2011
Es urgente la necesidad que tiene el país de mejorar su capital humano. Los diferentes estudios realizados a la fecha (Ocde, Universidad de Chile, Banco Mundial, Sence) han ratificado el requerimiento de invertir en una mejor educación y, en más y mejor capacitación para los trabajadores.
La Franquicia Tributaria -más conocida como 1%- ha permitido que diferentes organizaciones, desde hace más de 30 años de promulgada esta ley, busquen perfeccionar su productividad laboral y competitividad como empresa, desarrollando numerosos y diversos programas de capacitación para sus trabajadores.
Ésta ha logrado que personas dependientes y/o emprendedoras, que ganan sueldos inferiores a $800.000, reciban 100% de subsidio estatal. Así, pueden acceder a formación entregada por organismos técnicos de capacitación (Otec) y centros de formación técnica acreditados, en las más diversas disciplinas y materias, reflejo de la diversidad productiva alcanzada por Chile en los últimos años.
Avances del Modelo
Aunque es cierto que aún existen aspectos deficitarios de nuestro sistema de capacitación, es innegable que se ha avanzado en este aspecto. Es un hecho real que más de 700.000 chilenos utilizan estas franquicias anualmente, teniendo miles de compañías acceso a programas de capacitación.
Es importante señalar que nuestro modelo de perfeccionamiento asociado a programas de capacitación corporativa, es algo más que franquicia tributaria. Me refiero a las diversas instancias de inversión directa en capacitación por servicios del Estado, dirigidos a personas vulnerables de nuestra sociedad. Tanto Indap, Fosis, Sercotec o Sence implementan anualmente diversos programas de capacitación para microempresarios y trabajadores independientes, en la expectativa de apoyar su inserción laboral y mejorar sus competencias laborales. Es una inversión pública significativa y que ejecutan numerosas Otec y fundaciones privadas orientadas a elevar la calidad de vida de estos sectores, en especial de jóvenes y mujeres vulnerables con bajo nivel educacional.
Por ello, si se quiere comprender y mejorar el sistema de capacitación chileno, se debe considerar tanto la franquicia tributaria, como los programas directos que promueve el Estado vía servicios públicos; en especial, por su volumen, aquellos que llegan a los ciudadanos a través de Sence.
Aspectos a mejorar
Los distintos estudios disponibles sobre la materia (Informes Consejo de Equidad y Banco Mundial, principalmente) hacen hincapié en el bajo número de empleados capacitados por año respecto del mercado laboral; la dudosa calidad de la capacitación impartida por los Otec -atendida la diversidad de las mismas y que no hay obligación de acreditar las competencias adquiridas después del curso-; la baja participación de la pyme en estos programas que requieren invertir ahora y recuperar el gasto después y, la escasa participación de los trabajadores en la definición de los cursos a contratar por una empresa.
A mi juicio, una tarea prioritaria de abordar es la acreditación del aprendizaje alcanzado después de la capacitación. Certificar según la asistencia lograda del participante en el curso, es claramente insuficiente. Necesitamos avanzar hacia una evaluación de las competencias obtenidas después de un curso de capacitación y que éste haya sido elaborado sobre la base de una lógica de competencias. En esta tarea, la universidad, en alianza con el sector público, tiene una responsabilidad ineludible.
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