El canciller Ampuero insinuaba hace poco que Chile podía ser miembro del G20. ;e tocó, siendo superintendente de Valores y Seguros (2007 – 2010), presidir el Comité de Mercados Emergentes de IOSCO (Internacional Organization of Securities Comissions), y por derecho propio, ser miembro del Financial Stability Board (FSB) durante la crisis de 2008 y 20009.
El G20 y el FSB (en realidad, la organización que lo antecedió) fueron creados para hacer frente a la crisis asiática en 1998. El G20 tenía carácter político y reunía a los gobernantes, mientras que el FSB era de carácter técnico y era dominado por los ministerios de Hacienda, bancos centrales y reguladores.
Durante la gran crisis de 2008 y 2009, me tocó presenciar de primera mano cómo el G20 adquirió la prominencia actual. Un tema que discutimos entonces fue, por ejemplo, por qué incluir dentro del G20 a Argentina, que entonces estaba aislada de los mercados financieros internacionales por su default previo, y excluir a Chile, que era el discípulo ejemplar e América Latina.
La respuesta fue pragmática: el crecimiento en importancia de los BRICS hizo que el G7 quedara obsoleto como organización política. Se decidió entonces incorporar a un grupo representativo de países en desarrollo. Para que ello no llevara a una discusión eterna respecto de cuáles países debían pertenecer a esta nueva organización, se tomó una decisión simple, a saber, recurrir al G20, que aproximadamente tenía la representación de países emergentes que se deseaba. Creo que la única excepción fue incorporar a España, que si bien no sufrió la crisis asiática ni tuvo crisis propia –como Brasil o Argentina-, sí sufrió brutalmente la crisis de 2008. Nadie puso eso en duda. El G20 naturalmente se convirtió en el reemplazante en el plano político del G7.
Chile no será parte del G20. Tampoco le conviene presionar para serlo. Probablemente, como señala el canciller, lo inviten cada vez que la reunión sea algún país latinoamericano, es decir, Argentina, Brasil o México, o algún comité de temas específicos, pero no habrá un G21 (G20 + Chile). La idea de los multilateralistas de entonces –en particular del Presidente Obama- era tener un grupo pequeño para hacerlo viable. Además, su comprensión actual todavía favorece una geopolítica sesgada hacia los intereses norteamericanos. Abrir ahora la discusión de su membresía sería iniciar un debate que entre el vigor chino y el unilateralismo norteamericano, ciertamente estos últimos no querrán promover, salvo por un detalle al que volveré.
Chile tiene un camino alternativo. Se lo propuse en mayo de 2010 al entonces ministro de Hacienda, Felipe Larraín, y a varios de sus asesores. Por razones que desconozco, no prosperó. En breve se trata de replicar de manera constructiva un FSB de países pequeños bien manejados, un foro de debate técnico que incorpore a la discusión internacional el punto de vista de países de menor tamaño. El punto es que las economías pequeñas y abiertas tienen intereses comunes. Muchas de ellas además son las mejor manejadas del planeta, de manera que es posible que de ellas surjan ideas valiosas.
Los países que podrían ser parte de este grupo, además de Chile, incluyen a Perú, Colombia, Nueva Zelandia, Malasia, Tailandia, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Túnez, Croacia, Noruega e Islandia, entre otros. Con algunos de estos países en su momento hice los contactos a través de los respectivos ministerios de hacienda y en varios había intereses por participar.
La razón es obvia: en el G20 y el FSB se toman decisiones –por ejemplo, en el ámbito de la regulación financiera internacional- que dejan de lado casi totalmente los intereses y necesidades de estos países pequeños, pero bien gestionados.
Pretender expandir el G20 a un G40 es una mala idea además, porque mientras más grande, más ineficiente será. Los unilateralista estarían contentos con un grupo grande, burocrático e inútil. Chile gana con un G20 donde funcione el multilateralismo, aunque no sea miembro formal de él.
Sin embargo, Chile ganaría mucho más si lidera la creación de una organización hermana del FSB junto a otros países pequeños y bien gestionados, para que levanten la voz juntos y hagan ver sus valiosos puntos de vista.
Guillermo Larraín Académico de U. de Chile Diario El Mercurio 01 de junio de 2018