A primera vista la economía chilena está en un pie difícil de mejorar: el crecimiento de 2012 fue de 5,6% la inflación llegó a 1,5% mientras que el desempleo alcanzó a 6,1%.
De hecho, las buenas cifras lo son tanto que, como los avestruces, el Gobierno ha decidido no enfrentar los riesgos que ellas esconden y más bien sacarles provecho político de corto plazo. En efecto, el Gobierno arguye que esta situación obedece a una superior conducción económica y que ello amerita que la coalición sea reelecta.
El crecimiento actual está generando un sobrecalentamiento significativo y creciente de la economía. Las variables más preocupantes son el déficit en la cuenta corriente y la apreciación cambiaria. El déficit viene subiendo sistemáticamente desde 2010 producto del creciente extraordinariamente altos, la cuenta corriente pasó de tener un superávit de US$ 3.518 millones. Medido en términos del PIB y usando como aproximación la contabilidad nacional con precios de 2008, el déficit actual de la cuenta corriente es de 5,6% del PIB. Si se mide el déficit externo usando precios del cobre más cercanos los promedios históricos, su nivel sube desde al actual 3% del PIB a números entre 6% y 10% del PIB en función del supuesto.
Alguien dirá que, respecto del precio del cobre no hay que preocuparse porque hay un comité de “expertos” que fija el precio de largo plazo para efectos de la regla fiscal. La verdad es que el comité no sabe cuál es el precio que ha sugerido es un promedio de los valores históricos.
Otros dirán que los mercados de futuros de cobre incorporan toda la información relevante y que, aun si las explicaciones racionales pueden no ser del todo satisfactorias, los precios a futuro debieran reflejar toda la información relevante y, por lo tanto, los precios de mercado no debieran ser muy diferentes de los valores de largo plazo. Finalmente otros dirán que con tipo de cambio flexible, cuando el mercado considere que el déficit es excesivo, el tipo de cambio se ajustará automáticamente a su nivel de equilibrio.
Estas dos alternativas sin embargo me recuerdan lo que decían los analistas financieros antes de la crisis subprime cuando todos suponían que los precios de las viviendas en Estados Unidos seguirían subiendo. Eso duró hasta que los precios empezaron a bajar.
En la práctica no sabemos el valor de largo plazo del precio del cobre ni del tipo de cambio de equilibrio. La actitud del Gobierno se parece a la del capitán de un buque que se adentra en el Artico para cruzar el océano más rápidamente sin considerar que puede haber icebergs cerca. Chile está asumiendo un riesgo importante cuando al precio del cobre se generan los desequilibrios que estamos viendo.
Como históricamente el cobre puede variar mucho y en plazos breves, sería prudente empezar a tomar medidas que permitan un ajuste gradual porque contener el gasto privado es muy complejo y requiere el uso de varios instrumentos, no sólo uno.
Si no se hace nada, que al parecer es la opción del Gobierno, una caída más o menos brusca del precio del cobre expondría a Chile a un alza súbita del déficit en la cuenta corriente, que, sin duda, obligaría a algún grado de ajuste de gasto.
El sistemáticamente alto precio del cobre además está generando problemas derivados de la apreciación cambiaria, lo que se denomina “enfermedad holandesa”. En efecto, la pérdida de competitividad está generando problemas en el sector exportador. La semana pasada, la Asociación de Exportadores de Fruta emitió un comunicado señalando que “no se sentía parte del desarrollo del país”. Este llamado de atención puntual de un sector en realidad esconde una situación más compleja.
Si se toman las exportaciones totales –incluyendo las de cobre-, ¡las cantidades físicas exportadas vienen cayendo desde 2008! Lo que ocurre es que los buenos precios de muchas exportaciones compensan los menores envíos físicos. Esta situación incluso afecta a las exportaciones de cobre: los envíos están cayendo y las cuantiosas inversiones en curso buscan revertir las caídas en las leyes del mineral y se justifican sólo por altos precios actuales.
Es evidente entonces que el alto crecimiento actual conlleva un serio y creciente riesgo de ajuste macro, riesgo que este gobierno ha decidido no enfrentar. Así, las buenas cifras macro actuales son, desde la perspectiva del próximo gobierno, un verdadero “presente griego”.