19 de Marzo de 2012

Crecimiento y fuentes de disciplina social

Guillermo Larraín Académico de U. de Chile Diario La Segunda 13 de marzo de 2012

Luego de una sistemática caída desde mayo 2011, las expectativas de crecimiento para 2012 muestran una tímida mejoría y el tipo de cambio una sustancial apreciación. Puede ser porque el mercado anticipa que la crisis griega se resolverá de alguna forma que evita tal calamidad la economía chilena tiene buenas perspectivas para los próximos años. Más allá que tal expectativa puede parecer optimista, la pregunta relevante es: ¿qué significaría “buenas perspectivas para los próximos años? La respuesta a esta primera pregunta es simple: buenas perspectivas haciendo más de lo mismo y cosechando similares resultados. En lenguaje corriente, hacer “más de lo mismo” tiene connotaciones negativas y es ese matiz el que quiero usar, porque Chile no puede seguir haciendo más de lo mismo. Una segunda pregunta es ¿qué tiene de malo hacer más de lo mismo?, mientras que la tercera sería ¿cómo podría Chile hacer algo distinto de lo que hace hoy? Responderemos a ambas conjuntamente. ¿Por qué más de lo mismo es una mala opción? Varias pistas indican que el crecimiento de Chile muestra problemas que necesitan corrección: el crecimiento de largo plazo hoy estima en torno al 5% mientras que era en torno a 7% hace 15 años, la productividad total de factores se ha estancado, la erradicación de la pobreza se hace cada día más difícil, el sistema educacional no brinda la calidad que requieren la sociedad y la economía actual, la distribución del ingreso no muestra mejorías, muchos mercados muestran importantes grados de concentración, hay una dependencia creciente del sector minero y del cobre en particular, entre otros. Libertad y Desarrollo es la institución que más defiende la opción “más de lo mismo”. No niega que algunos de estos problemas existan, pero sugiere dejar que el mercado los resuelva. De hecho, el debate reciente entre su director y el ministro Chadwick muestra que incluso no ven valor en que se sancione a los empresarios que abusan de los consumidores. Desde la perspectiva de LyD pareciera que el simple libre arbitrio del mercado resolverá los problemas. Frente a esta posición se pueden dar dos argumentos: Primero, si le damos el beneficio de la duda, quizá el mercado dejado a su lógica interna resolverá algunos problemas que señalamos, pero necesariamente tomará mucho tiempo. No se trata, como dijo Keynes, de que “en el largo plazo estamos todos muertos”, sino que antes de ello son muchas las generaciones que verán postergadas ambiciones legítimas de progreso que otros en este mismo país ya vivimos. Si bien los atajos en materia de logros económicos son peligrosos, el largo plazo no es alternativa para quienes esperan gozar de los frutos del crecimiento hoy. Segundo, hace ya un par de meses que el principal diario económico del mundo, el Financial Times, de Londres, tiene un espacio especial dedicado a La Crisis del Capitalismo. Si bien el detonante de dicho espacio es la crisis financiera internacional, ello ha puesto de manifiesto una crisis mucho más amplia de la forma en que avanza la globalización, cómo se insertan en ella los estados nacionales, cómo se explotan los recursos naturales, cómo mitigan los impactos sociales de la integración económica, etc…Es decir, varios de nuestros problemas. Crecer a pie juntillas en la capacidad automática del mercado para resolver los problemas es una creencia, no una ciencia. Por lo mismo, su utilidad como guía para la política pública es limitada. El desafío es utilizar el Estado de una manera que complemente y corrija las fallas del mercado, sabiendo que existen a su vez fallas del Estado. La Democracia Cristiana alemana tiene un lema que resume bien la tensión que hay que manejar: “Tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”. Este es el desafío para el cual Chile no está necesariamente bien preparado. Una razón principal es lo que Javier Santiso denomina “anclas de credibilidad”. Cualquier grupo humano, en particular los grandes y complejos, puede solucionar mejor sus problemas de acción colectiva si algo los disciplina. Max Weber argumentaba que la ética protestante jugó tal rol en el nacimiento de las sociedades capitalistas modernas. Santiso argumenta que luego de la dictadura. Chile adoptó un “ancla de credibilidad endógena” asociada al temor a volver a los traumas del pasado. La sociedad quiso creer en el modelo que Chile estaba desarrollando. Dicha ancla de credibilidad endógena es la que se ha debilitado, y prueba de ello es que Chile ha realizado varias de sus reformas recientes, excusándose en requerimientos de la OCDE, tal como México excusó a sus reformas en el Tratado Comercial con Estados Unidos y tal como Francia, España e Italia lo hicieron so pretexto de la integración europea. Nuestras anclas de credibilidad son ahora más exógenas que antes por ello en el fututo se avizoran problemas. Cuando las reformas no obedecen a necesidades percibidas como legítimas por parte de la ciudadanía, se aprueban en tanto imposiciones externas. Ello no sólo resta legitimidad, sino que debilita su persistencia y facilita que grupos de interés locales hagan la trampa una vez hecha la ley. Para revitalizar nuestra capacidad de desarrollar anclas endógenas de credibilidad hace falta invertir en algo contraintuitivo en Chile: la política. Sólo la buena política puede ayudarnos a construir un proyecto de sociedad que alinee intereses en pos de un objetivo común. Un sistema político acusado de carencia de legitimidad, con evidentes problemas de competencia interna, con faltas de representatividad, con exceso de centralización no tiene cómo servir, salvo por azar, de medio eficiente para la construcción de tal proyecto colectivo.

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