Nuevamente el desempleo sorprende: el INE informó que la tasa de desocupación fue 6.1%, sin variación en 12 meses. Esto, a pesar de que la economía crece sólo al 2% y hay una reducción del 4,8% en la ocupación minera. Los presagios más pesimistas del impacto de la incertidumbre sobre el desempleo no se dan. Pero, ¿por qué? No es trivial.
Quisiera decir que el tipo de cambio real alto está resignando recursos hacia el sector exportador. Sin embargo, no hay todavía señales de esto. No sería raro que el proceso demore porque, para crear empleos, dichos sectores, antes deben invertir. El Banco Central informa que, luego de caer unos trimestres, la tasa de inversión se recuperó el último.
Sin embargo, la información laboral dice otras cosas interesantes. Resalto tres. Primero, la desaceleración de la fuerza de trabajo desde 2011 se ha canalizado parcialmente hacia la demanda por pensiones de invalidez. En 2014 los solicitantes de esta pensión fueron el 21,6% del incremento en los inactivos; de ellos, dos de cada tres eran hombres.
Segundo, hay un cambio en la composición de género de la fuerza de trabajo. Siempre la tasa de desocupación femenina era superior a la masculina. En 2012, la femenina era 8,7% la masculina era 5,3%. Hoy por primera vez ambas tasas casi coinciden: 6,1%. El problema de desempleo masculino se compensa con una mejoría en las mujeres (y no gracias al empleo doméstico remunerado, que cayó 6%).
Tercero, el empleo por cuenta propia crece de manera importante (2,4%). Las mujeres son el grupo que más aumenta en emprendimiento, pero comienzan a emprender tarde, en torno a los 50 años y por alguna causal familiar, como desempleo propio o de su pareja.
Frente a un mercado del trabajo más difícil, pareciera estar en curso una feminización del mercado laboral. La tasa de participación masculina baja, la femenina sube. La tasa de desocupación masculina sube, la femenina baja. La fuerza de trabajo masculina sube, la femenina sube más.
El fortalecido rol de la mujer es bienvenido, pero hay que observarlo. No cualquier hombre tolera que la mujer sea jefa de hogar. ¿Cuánto de la creciente violencia hacia la mujer viene de esto? No lo sé. ¿En qué condiciones la mujer emprende? Lo sé: malas. Tampoco es claro que las familias absorban bien la ausencia de la mujer. Si muchos hombres no quieren asumir roles domésticos indispensables, los niños de mujeres trabajadoras pueden ser la variable de ajuste.
Están ocurriendo cosas importantes y sería un error mirarlas sólo desde la mirada estrecha de lo laboral. Vivimos un cambio cultural mayor. El mundo político debe tomar nota y hacer algo.
Guillermo Larraín, Académico de la Universidad de Chile, Diario La Segunda 04 de Enero del 2016