01 de Octubre de 2010
El desafío pendiente en Educación Superior
Enrique Manzur
Ph.D. in Business Administration, University of Georgia, USA.
Ingeniero Comercial, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
Publicado Diario Financiero
Jueves 09 de septiembre de 2010
En 1990 sólo un 15% de los jóvenes entre 18 y 24 años estaba matriculado en alguna institución de educación superior, incluyendo universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica, hoy ese número es cercano al 40%. Este explosivo crecimiento en la cobertura se explica en gran parte por el fuerte crecimiento de la matrícula en universidades e institutos profesionales, que en dos décadas se cuadruplicó.
El mayor acceso a la educación superior ha permitido que muchas familias cumplan por primera vez el sueño de que uno de sus hijos se convierta en profesional, las cifras muestran que siete de cada diez alumnos que ingresan a la universidad o a la educación técnica, es primera generación. Esta mayor cobertura representa un importante logro para el país; sin embargo, aún quedan por resolver problemas relacionados con la calidad y transparencia del sistema.
Esto es particularmente importante si se considera que la educación es un producto intangible y complejo, cuya calidad es difícil de evaluar tanto durante el proceso formativo como después del mismo. Además, la disponibilidad de información relevante, que ayude a la toma de decisiones es muchas veces confusa, escasa o inexistente. Por ejemplo, históricamente se han entregado datos sobre las remuneraciones que obtienen los egresados de una determinada carrera, pero sin diferenciar por institución a pesar de que es esperable que exista una gran varianza entre ellas.
Por ejemplo, en un reciente estudio, para el caso de Ingeniería Comercial, quienes estudian en universidades selectivas pueden obtener una remuneración aproximadamente 50% mayor que quienes egresan de universidades de baja selectividad o masivas. Incluso, y contradiciendo a los infundados prejuicios que existen sobre las carreras técnicas, muchas veces estas superan las remuneraciones de los egresados de algunas universidades.
En este contexto, la evidencia muestra que en muchas ocasiones podría ser más rentable optar a una carrera técnica en centros reconocidos, en vez de una carrera universitaria en instituciones de baja calidad.
También sería muy útil que los potenciales alumnos cuenten con información sobre la tasa y tiempo efectivo de graduación de cada carrera e institución, cifras recientes indican que el índice de titulación global es sólo de un 50%, con los consiguientes costos para las familias y el Estado. Además, se requiere conocer cuánto tiempo le toma a los egresados obtener su primer trabajo y que porcentaje de ellos termina desempeñándose efectivamente en el área que estudió.
Por último, el proceso de acreditación de las instituciones de educación superior, por diversas razones, no ha tenido el impacto que se esperaba en términos de ayudar a los estudiantes y sus padres a evaluar la calidad de las mismas. Por todo lo anterior, se requiere una segunda etapa que vaya más allá del incremento de la cobertura para asegurar la madurez del sistema de educación superior, desarrollando mecanismos que promuevan la disponibilidad de información oportuna y fidedigna en las variables relevantes para evaluar las distintas ofertas educacionales.
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