23 de Enero de 2009
Emergiendo en la Emergencia
Oscar Landerretche.
Profesor Asistente.
Departamento de Economía.
Universidad de Chile.
Todos sabemos que el próximo año se tendrá que lanzar un gran programa de empleos de emergencia. Las razones son técnicas, políticas y humanitarias.
Ahora, dado que del orden de 30% de la población no tiene sus estudios colegiales completos y que un 60% es analfabeta funcional. Dado que a los que nos preocupa el crecimiento sabemos el techo que tenemos con la calidad de la educación. Dado que en un país de analfabetos funcionales es muy improbable que la capacitación sirva de mucho. Dado que a los que nos preocupa la equidad sabemos que no hay forma de construir una sociedad igualitaria si es que ella no se sustenta en una relativa equidad de ingresos autónomos y por ende, de productividad. Dado que la única forma realmente sustentable de desarrollar nuestra democracia es elevando los niveles de consumo cultural, lectura y erudición de nuestros ciudadanos; lo que es imposible si son analfabetos funcionales. Dado todo lo anterior. ¿Será el barrido de plazas y la mantención de parques el mejor uso del tiempo de los desempleados e inactivos del próximo año?
Yo creo que no.
Creo que tiene mucho más sentido que a la gente se le pague por nivelar sus estudios, por re-alfabetizarse (leer) y, dado lo anterior: capacitarse. Creo que esto sería una forma de convertir las épocas de menor crecimiento en oportunidades. A la gente se le estaría pagando por prepararse para su reinserción en el mercado laboral. Las plazas estarían un poco más sucias, quizás, pero estaríamos diciéndole a los ciudadanos que creemos que ellos forman parte del futuro productivo y político de nuestro país y que estamos dispuestos a apostarle plata a ello.
No me pesquen mucho pero creo, incluso, que si uno le pagara a la gente por acondicionar su estado físico (hacer ejercicio, bajar de peso y fortalecerse), siento que la plata estaría mejor gastada: mejoraríamos indicadores de salud física y mental lo que tendría efectos benignos sobre la productividad de esos trabajadores cuando vuelvan a trabajar y efectos evidentes sobre su calidad de vida. Pero no me pesquen mucho. Cuando hice está propuesta ante un grupo de amigos y colegas la semana pasada, se me rieron en la cara, lo que probablemente implica que hay algo profundamente equivocado en ella.
Volviendo a la nivelación de estudios, re-alfabetización y capacitación. Siempre que uno habla de esto (incluso en la Concertación) se le dice que no es factible. Que las instituciones encargadas de estos temas no funcionan bien, que los programas no están bien evaluados, que no hay suficiente oferta de capacitadores, que no sabemos como hacerlo, que no, que no, que no. Tengo el recuerdo de haber escuchado estas mismas objeciones hace cuatro años durante la campaña presidencial y hace diez durante la anterior crisis económica. El resultado de este pragmatismo es que no avanzamos en esto temas… ¡nunca!… y, cuando viene la oportunidad de desplegar una política como esta: ¡no se puede!. Entonces, invitamos a los trabajadores cesantes a barrer plazas en vez de invitarlos a crecer como ciudadanos y productores.
Pero además ni siquiera es necesario ponerse metas tan grandes. Si, lográramos que un par de decenas de miles de los cientos de miles de subsidios que se van a tener que dar fueran subsidios a la a la nivelación de estudios, re-alfabetización y capacitación, ya sería un enorme aporte. Y si fracasara la experiencia y luego los papers de los economistas muestran cero impacto, estaríamos donde mismo. Habríamos gastado un poco más de plata solamente.
Por ejemplo, habría tenido sentido convocar una fuerza de trabajo técnica para diseñar este esquema en noviembre pasado. Habría tenido sentido hecho una licitación y convocatoria internacional para capacitadores y educadores de adultos en español ahora en enero. Habría tenido sentido contratar una fuerza de trabajo técnica internacional para diseñar la parrilla de cursos (copiando del mundo) durante los meses del año pasado.
Incluso si las cosas se hacen apuradas, ahora, está el potencial de generar un impacto. Esto si es que se le imprime suficiente fuerza y liderazgo político. Si se muestra que se les tiene fe a los trabajadores chilenos. Que se cree en su honestidad y ganas de surgir. Cuando las autoridades actúan de ese modo, sacan lo mejor que tienen adentro los ciudadanos y cosas que parecían sueños imposibles se vuelven realidad. Cuando las autoridades transmiten cinismo, mostrando que su preocupación central es evitar el despilfarro y asumiendo que los ciudadanos son frescos y flojos, lo terminan siendo.
Quizás se podría haber hecho. Quizás todavía se pueda.
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Enero 2009
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