27 de Diciembre de 2010

¿Estadistas o "jovencitos"?

Oscar Landerretche G. Doctor en Economía Publicado en Portal Uchile.online Martes 21 de diciembre de 2010

En el "viejo Oeste" norteamericano (por lo menos en sus versiones literarias y cinematográficas), el "jovencito" podía ser bastante discutible en cuanto a su conducta y antecedentes, pero si era "rápido con el revólver" y tiraba a matar, había que contar con él como protagonista y, a veces, se le ofrecía una segunda oportunidad para convertirse en un defensor de "la justicia". Claro, la justicia en aquellos territorios era menos imparcial que la que nos parece razonable en cualquier país civilizado y en general la imponían los ganadores. Ellos eran "la ley". Resulta sorprendente la falta de rigor que conllevó a hacer anuncios bastante exagerados sobre el fracaso de las políticas públicas del gobierno anterior, sobre la base de un presunto retroceso en la lucha contra la pobreza a partir de una variación desde un 13,7% en 2006 a un 15,1% en 2009. Es muy discutible "sacralizar" umbrales de pobreza e indigencia ("líneas" de pobreza e indigencia) excesivamente simples como es el que se utiliza desde hace décadas, es decir, aplicándole un multiplicador de dos (2) al valor de la canasta básica de alimentos que define la "línea de indigencia", bajo el supuesto de que los pobres, a diferencia de los indigentes, no sólo deben cubrir su subsistencia en términos de alimentación sino también algunos otros gastos, distintos de los alimentos, de manera que su canasta de consumo se repartiría en dos mitades, alimentos y otros bienes de consumo. El problema es que, por primera vez en dos décadas, el aumento porcentual del IPC de alimentos fue 2,26 veces el aumento del IPC total entre noviembre de 2006 y noviembre de 2009, meses cuyos precios se consideraron en el cálculo que utilizó MIDEPLAN. Si los demás gastos de consumo aumentaron mucho menos ("muchísimo" menos) que los alimentos, entonces la aplicación de la metodología de "multiplicar por dos" resultaba particularmente insatisfactoria y la extracción de conclusiones apresuradas, basadas en una "vara" tan poco precisa parecía poco prudente. Como ahora lo demuestran los cálculos más recientes y adecuados de la CEPAL, con toda la misma imprecisión y simplismo que se ha utilizado por décadas, aquí y en muchos otros países (aunque con diversas metodologías), la pobreza no aumentó sino que disminuyó de un 13,7% a un 11,5% en un año de crisis internacional en el cual las excesivas preocupaciones del Banco Central por la inflación (su demora en alinear la tasa de interés de política monetaria con la tasa de interés de paridad que había caído fuertemente) generaron una caída en la producción por habitante del país de un 2,5%. Otra manera de mirar esto se puede encontrar en el propio (y escueto) informe de MIDEPLAN: en dos décadas, las líneas de pobreza e indigencia nunca habían aumentado más de un 3,1% sobre el IPC entre dos encuestas consecutivas, pero esta vez se incrementaron en un 19,1% sobre el IPC del periodo y, como siempre, todas las "líneas", urbanas y rurales, de pobreza y de indigencia en el mismo porcentaje (sic). Por cierto, estos problemas de medición y simplificaciones metodológicas no son nada nuevo y no tendrían por qué sorprender a nadie. Lo sorprendente es que se desestime un análisis más serio de lo ocurrido y se haya atacado las políticas sociales que con tanto esfuerzo se ha logrado ir construyendo a través de muchos años. Políticas que, muy probablemente, protegieron a la abrumadora mayoría de los sectores vulnerables cuando se produjo el impacto de la crisis internacional que se desató en 2008. Eso es lo que muestran las cifras de CEPAL. Da lo mismo si la metodología anterior de multiplicar por dos la canasta mínima de alimentos era adecuada o no. Todas estas líneas "convencionales" de pobreza son discutibles. Es absurdo ponerse a discutir si fue MIDEPLAN o la CEPAL la que cambió la metodología. Lo importante es el fundamento de una metodología que funcionó bien como patrón de medida relativamente estable mientras no se presentaron cambios demasiado grandes en los precios relativos de los alimentos respecto de los demás bienes de consumo básico. Seguir discutiendo la pobreza en términos de una sola variable, el ingreso autónomo, resulta, por decir lo menos, inadecuado. Extraer conclusiones estructurales y trascendentales sobre políticas públicas a partir de variaciones en un indicador simple, sometido al efecto de sesgos como el que hemos analizado y resultante, por lo demás, de una encuesta que también tiene error estadístico, no parece saludable. Sería preferible que discutiéramos la pobreza y, sobre todo, la excesiva desigualdad existente en el país, que está en la base de ella, de una manera más rigurosa y cuidadosa. Mientras no respetemos un mínimo de rigurosidad en nuestras discusiones sobre los desafíos que enfrenta el país, será muy difícil que podamos avanzar construyendo futuro desde el Gobierno o desde la oposición, porque ambos han sido y son necesarios en el marco de una Política (con mayúscula) que se echa tanto de menos. ¿Cuál va ser el próximo round? ¿Las cifras de creación de empleo? Según la Encuesta de Empleo que se usó por años (ENE) el Gobierno de la Presidenta Bachelet creó 145.000 empleos en los últimos 11 meses de su mandato, pero según la Nueva Encuesta (NENE) creó 390.000? ¿Con qué vamos a comparar el desempeño del actual Gobierno? ¿Volverán a decir que antes todo estuvo mal y van a comparar "peras con manzanas"? Ahora bien, convertir al país en una película del Oeste, no nos va a servir mucho para encontrar los acuerdos necesarios para que Chile siga avanzando.

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