05 de Octubre de 2011

¿Estamos Preparados?

Luis A. Riveros Académico de U. de Chile. Diario Estrategia 28 de septiembre de 2011

La debilidad radica en los problemas de arrastre que han conformado una población con graves frustraciones en lo económico y social. Hay serios síntomas de recesión debido a una nueva crisis financiera internacional. No hay todavía acuerdo sobre la manera en que la política macroeconómica en EE.UU. y Europa podría efectivamente eliminar o aplazar la aparición de una crisis. Por ahora, hemos ya sentido los primeros síntomas en cuanto a la caída del precio de algunos commodities (cobre incluido) y la volatilidad y baja de las bolsas de todos los países. Se siguen esperando señales positivas desde las naciones desarrolladas, pero se percibe un ambiente sobrecargado de expectativas negativas en gobiernos y el sector privado. Si esta crisis será mayor o menor que las anteriores asociadas a la situación de la deuda subprime en los EE.UU. o a la crisis asiática, es una materia que aún no concita acuerdo. Chile está preparado para enfrentar una crisis de cierta magnitud, aunque por cierto no está inmune a sus efectos. La situación fiscal es holgada, se cuenta con una macroeconomía con equilibrios visibles en materia de precios, y un crecimiento e inversión sólidos. Pero tiene el grave problema de una deteriorada situación social y distributiva: como en las guerras, eso hace que el factor interno sea una debilidad ante la crisis. Sobre esto último hemos tenido ya suficientes muestras del sentimiento nacional: una población significativamente sobreendeudada, graves carencias en sectores claves como educación y salud, y una deteriorada productividad laboral que lleva a una profunda brecha de ingresos. Cuando se precise de la población un “ajuste de cinturón” frente a las turbulencias mundiales, podremos sentir grave indisciplina social por lo que se consideran abusos y problemas desatendidos por muchos años. Por eso, la debilidad de nuestra economía no se encuentra en las cuentas nacionales, ni en los indicadores financieros y de precios. La debilidad radica en los problemas de arrastre que han conformado una población con graves frustraciones en lo económico y social, y que impedirán la unidad que la sociedad requiere para enfrentar el mal momento económico global.

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