05 de Junio de 2012

Hay que salvar a España

Guillermo Larraín Académico de U. de Chile Diario La Segunda 04 de junio de 2012

Si uno se pone en la cabeza de un griego, hay razones por las que podría no tener sentido seguir en la zona euro. Por ejemplo, para reducir el nivel de duda pública dentro de la zona euro lo único que podría hacer en el corto plazo es un default, lo que sería seguido por incremento permanente en el costo del crédito, probablemente una corrida bancaria y pánico, cuyas consecuencias podrían ser penosas y largas. La alternativa es que se genere un impulso de crecimiento que diluya la deuda como porcentaje del PIB, pero eso es improbable porque la competitividad griega es baja y, sin poder cambiar lo suficiente su tipo de cambio, necesitaría una caída en salarios drástica y permanente. Las consecuencias podrían ser penosas y largas. Alternativamente, el impulso de crecimiento podría venir del exterior, digamos de Alemania. Pero, según los alemanes, para reducir la alta deuda que ellos mismos tienen, hay que reducir la demanda y por lo tanto el crecimiento. Si persiste esta forma de ver el mundo, dada la alta deuda alemana, este camino sería igualmente penoso y largo. Adicionalmente, Alemania quiere imponer su visión de cómo manejar las finanzas públicas y ha mencionado ciertos requisitos que debiera cumplir Grecia para seguir avanzando; por ejemplo, privatizar numerosas empresas públicas. Podría ser, pero todo el mundo sabe que pivatizar en democracia no es fácil, especialmente en Europa. En consecuencia, este camino implica someterse a un tercer Estado, lo que tiene consecuencias que podrían ser penosas y largas. He repetido esta frase –que las consecuencias de seguir en la zona euro para Grecia podrían ser penosas y largas –porque no hay un escenario color de rosa para dicho país. Las alternativas se debaten entre diversos tonos de gris oscuro o negro. Así, no es evidente que salir del euro no sea una estrategia preferida: Grecia, a diferencia de Francia y Alemania, no tiene un proyecto estratégico que proteger, más bien se beneficia del esfuerzo de dichos países por traer paz duradera y estabilidad económica al continente. De hecho, salir de la zona euro no es incompatible con seguir siendo parte de la unión aduanera. No tendría que someterse a ningún condicionamiento externo y podría, en lugar de reducir sus salarios internos, dejar que su nuevo dracma se deprecie lo suficiente. Evidentemente, que los griegos, ante este escenario, ya están corriendo a sacar sus depósitos y están comprando instrumento de renta fija, en particular bonos soberanos alemanes. ¿Qué riesgos enfrenta la zona euro si Grecia decide salir de ella? La respuesta a esta pregunta es crítica porque servirá para dar luces a dos interrogantes: (a) cuánto esfuerzo está realmente dispuesto Europa a desplegar para proteger a Grecia, y (b) cuándo esfuerzo debiera desplegar Europa para proteger al siguiente en la lista, España- Mi impresión es que Europa gana poco defendiendo a Grecia, pero arriesga su existencia si no protege a España. Desde un punto de vista político, dado que ambas crisis se están desplegado simultáneamente, manejar esa situación requerirá de una maestría especial, no exenta de riesgos para las autoridades. Una salida de Grecia de la zona euro sería devastadora para Grecia, pero, como vimos, tiene una cierta lógica porque las alternativas son sólo marginalmente mejores. Como lo muestran los casos de Chile en 1982, Indonesia en 1998 y Argentina en 2002, el primer año la recesión puede llegar sin problemas a los dos dígitos, pero de ahí en adelante el crecimiento puede ser fuerte. ¿Cuánto arriesga Europa si Grecia decide de la zona euro? Si se logra contener el contagio hacia el resto de la zona euro, en particular en España e Italia, la repuesta es que arriesga poco. El punto es si es posible contener dicho contagio a tiempo antes de que una corrida bancaria, especialmente en España, pueda destrozar su sistema financiero. Y la respuesta es que es posible y que la tiene el Banco Central Europeo que debiera, de la noche a la mañana, es decir lo siguiente: todos los depósitos en el sistema financiero de los países de la zona euro están garantizados y se comenzará un masivo programa de compra de títulos gubernamentales. Esto es, en lo fundamental, lo que hizo Estados Unidos en la última crisis. Para esto, el banco Central Europeo debe tener el apoyo de los dos países más fuertes, Francia y Alemania. El nuevo presidente francés, Francois Hollande ha dado señales que estaría inclinando por una salida de este tipo. Como todos sabemos, el problema es Alemania. Si Alemania quiere salvar a la zona euro, deberá hacerlo antes de negociar los cambios al tratado que regula el manejo de las finanzas públicas. Salvar a Grecia parece poco posible. De hecho, probablemente a los griegos no les conviene lo suficiente. Sin embargo, España es otra cosa y para salvarla es necesario una dosis de atrevimiento y liderazgo de las autoridades alemanas que no hemos visto por el momento, pero que, si no despliegan pronto, serán responsables de la posible destrucción de uno de los mayores logros civilizatorios de la humanidad, la Unión Europea.

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