04 de Octubre de 2010

Idea freak nº1: Clubes Papelucho

Óscar Landerretche M. Economista y Academico Departamento Economía Universidad de Chile Publicado Diario La Tercera Viernes 24 de septiembre de 2010

La lectura de libros ilustrados a niños en el hogar es algo sin lo cual no se podrá generar el avance educativo que necesitamos. Así de categórico. Los Invito a mirar juegosdemate.blospot.com, sitio coordinado por la periodista Marcela Ramos, que se dedica a discutir sobre la lectura de los padres a los niños en casa. En ese sitio hay, por cierto, sesudos artículos de expertos, pero también encantadoras revisiones de libros para niños escritas por madres que los han usado con sus hijos. Para mí, Juegos de Mate es, además, una muestra de la onda que debiera tener nueva fase de políticas progresistas que se viene, luego del café y galletas. Creo que hay que apoyar con mucha fuerza este tipo de iniciativas. Confieso que tengo una adicción personal a los libros infantiles ilustrados y que para justificar mis excesos he usado a mis hijos. Trato de dedicar todas las tardes un rato a leerles unos cinco de estos libros por vez. Lo hice por seis años con mi hijo de 11 lo que, unido a una prohibición estalinista de TV y e-juegos en días de colegio, lo ha convertido en un lector adictivo, de buen rendimiento escolar, con una actitud relajada y constructiva para con las tareas y es estudio general. Su adicción me ha convertido en un policía del sueño y creado el desafío de búsqueda continua de libros para leer. Buenos problemas. Creo que la lectura de libros ilustrados a niños en el hogar es algo central, sin lo cual no se podrá generar el avance educativo que necesitamos. Así de categórico. Hay toneladas de evidencia sobre las ventajas de todo tipo que tiene la lectura a niños: en su rendimiento escolar, niveles de comprensión lectora, vocabulario, afectividad, destrezas matemáticas, convivencia en el hogar, creatividad, etc. Tiene otra gracia este tema: que enfrentado requiere algo que excede la lógica de los incentivos individuales. Requiere de una estrategia política y ciudadana en que nada se logra sin el compromiso de comunidades y familias. Requiere convencer a los padres de familia de que al leerles a los niños (y al escoger los libros que les leen) están construyendo el país que quieren para el futuro. Están transmitiendo valores, ideas y costumbres, al mismo tiempo que mejoran el rendimiento académico. Están transformando a chile, un niño a la vez, en piyamas, sobre sofá. Pero, además, requiere de esfuerzos comunitarios que apoyen este compromiso íntimo familiar. La Razón es que la lectura a niños en la casa no requiere solamente de tiempo, sino de plata. Estos libros funcionan mejor cuando tienen arte de calidad, historias novedosas y tamaños que permitan literalmente hundirse en sus páginas. Además, se necesita cambiarlos con frecuencia, porque son cortos y la gracia es la novedad. Propongo, entonces, los Clubes Papelucho. Los Papeluchos serían un banco de libros ilustrados que les permitiría a los padres de familia compartirlos y, por ende, disponer de más títulos. Los papeluchos podrían servir para otras cosas: coordinar cuidado de niños con lectura, centralizar donaciones de libros, promoción para editoriales, etc. Además, los papeluchos podrían servir como un grupo de “TV-ólicos anónimos”, en que el apoyo del grupo sirve para enfrentar una adicción a propósito de la lectura para los niños. Algo me dice que también podrían servir, indirectamente, para promover la lectura autónoma de los adultos. ¿Quién sabe? ¿Qué les parece?

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