07 de Enero de 2010

La mujer chilena en la economía y los negocios

Felipe Morandé L. Decano Fac. Economía y Negocios Universidad de Chile 31 Diciembre 2009

El paulatino ingreso de la mujer chilena al mundo laboral y de los negocios es un fenómeno que replica en lo grueso lo que ha estado ocurriendo en los países desarrollados desde hace décadas. Responde a una suma de factores que han facilitado y alentado la salida de la mujer de la casa y su rol de madre y dueña de casa a tiempo completo. La revalorización de la mujer en cuanto a sus capacidades intelectuales, la masificación de los métodos de control de natalidad, las crecientes aspiraciones materiales que trae la sociedad de consumo, el ingreso masivo de las mujeres a la universidad, son algunos de esos factores. A ello se agrega, especialmente en el mundo popular, la necesidad de un segundo ingreso en el hogar para escapar de la pobreza, o simplemente la necesidad de una mujer jefa de hogar de asumir la responsabilidad de alimentar y criar a sus hijos.Hay algunas estadísticas interesantes que muestran la singularidad de la participación femenina en el mundo del trabajo nacional. Por ejemplo, existe un número creciente de mujeres en cargos ejecutivos, en empresas medianas y grandes, alcanzando más de un 20% de esas posiciones en la actualidad. Esto no puede sino incrementarse, considerando que se están graduando más mujeres que hombres de la universidad en áreas como la administración de empresas, y un porcentaje también significativo en las ingenierías. Sin embargo, las ejecutivas reclaman que siguen siendo peor remuneradas que sus pares masculinos, que se les dificulta el acceso a los cargos directivos y que se les discrimina por la maternidad. Tengo la impresión que hay mucho de justicia en el reclamo, pero que las razones de la discriminación son una mezcla de un poco de machismo en los hombres que dominan la dirección de las empresas y razones culturales que trascienden a una empresa en particular. Es decir, es un hecho que una mujer en edad fértil puede quedar embarazada y tener la necesidad de ausentarse algunos meses de su trabajo, obligando a la empresa a readecuar sus cuadros, al menos temporalmente, con un costo asociado a ello. También es un hecho cultural que las mujeres que son madres suelen tener más restricciones horarias para su dedicación al trabajo (se resisten a reuniones muy tarde, por ejemplo) y, más importante, suelen valorar más la vida familiar cotidiana que los varones padres. Puede que se requiera todavía una generación más antes que estos aspectos desaparezcan y, con ello, el trato laboral a las mujeres sea el mismo que a los hombres.Pero no será una tarea fácil. Hay un número creciente de estudios que señalan la importancia del apego y de la presencia especialmente de la madre en los primeros dos a tres años de vida de un hijo. Esto, que apunta a la búsqueda de personas más felices en el largo plazo, atenta justamente contra el éxodo completo de la mujer de su casa y tensiona a las madres de niños pequeños que ven coartadas parcialmente sus posibilidades de acceder a más cargos directivos y a mejores salarios. Una consecuencia involuntaria de lo anterior es el creciente interés de las mujeres por ser emprendedoras. Según el INE, cerca de un 15% de las PYMES en Chile pertenecen a mujeres, las que, entre otras cosas, buscan esa anhelada autonomía horaria y libertad frente al trabajo. Una encuesta del CEEM muestra que más de 9 de cada 10 mujeres empresarias (mayormente PYMES) no estarían dispuestas a transformarse en ejecutivas en las mismas condiciones económicas que tienen actualmente. Otra consecuencia involuntaria es la postergación del matrimonio y de la maternidad, cuestión que ya se está sintiendo con fuerza en los grupos medios y altos en Chile. Esto, que contribuye al envejecimiento de la población, tendrá también efectos importantes en las políticas públicas hacia el futuro. Visto de una perspectiva más micro, mi experiencia me indica que la participación femenina en la empresa trae una visión mucho más holística, pero a la vez con apego al detalle y a las relaciones interpersonales. Son las mujeres (en promedio) más laboriosas, cumplen mejor y a tiempo las tareas asignadas, usan más eficientemente el horario de trabajo y pueden ser muy creativas cuando se les deja. Pueden ser menos agresivas en sus metas, pero las logran con mayor seguridad. Sin embargo, les cuesta más depender de otra mujer y a veces se generan conflictos entre ellas sobre cuestiones que a los hombres nos parecen intrascendentes. Con todo, el balance es ampliamente positivo para la empresa.

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