08 de Marzo de 2011

Los tecnolíticos

José Miguel Benavente Director Centro Intelis Departamento de Economía Universidad de Chile 02 Marzo 2011 Diario Financiero

Hace un tiempo leí un artículo en que se comparaba el gabinete del primer ministro inglés con el gabinete del canciller alemán. Y se utilizaban para ello dos criterios, estudios universitarios y los idiomas que dominaban. Recuerdo que con la sola excepción de dos ministros, en el gabinete inglés nadie tenía profesión y sólo uno, el resto sólo hablaba inglés. En el caso alemán, sólo la mitad de los ministros habían cursados estudios universitarios, aunque muchos se defendían en inglés y unos pocos en latín, ya que es obligatorio en los colegios (gymnasium). Sorprendidos estaban unos colegas extranjeros cuando les mencionaba que en el gobierno de Aylwin, al menos una decena de ministros tenían estudios de postgrado-principalmente doctorados en economía en prestigiosas universidades. Que con Lagos no había sido diferente, incluido el mismo presidente con su doctorado en Duke. Y apuntaba que eso no había cambiado mucho en la actual administración, la cual provenía de la oposición de los gobiernos anteriores. En el Congreso, la cosa si bien algo distinta no era tanto. Recuerdo personalmente haber asistido hace años a sesiones de la Comisión de Hacienda del Senado donde cuatro de sus cinco miembros senadores tenías posgrados. Y de los buenos. Me preguntaban mis colegas entonces, si habíamos sido gobernados y que estábamos siendo gobernados por un grupo de tecnócratas durante todos estos años. Cuando me prestaban a asentir, me apuré en sugerirles que se trata más bien de tecnopolíticos. Me referí con este concepto a aquellos que efectivamente tenían marcado interés por la cosa pública y que habían seguido un camino más académico y reflexivo, contrario a uno más partidista y colectivo. A veces empujados por las circunstancias, como las becas presidenciales de los setentas o porque lisa y llanamente no estaban dispuestos a hacer el servicio militar militante. También estaba el grupo de aquellos que mediante su cartón académico señalizaban que por el lado técnico no serían fácilmente desacreditados y que la discusión se daría entonces en el flanco político. Aparentemente estas estrategias han dado algunos buenos resultados, en especia para aquellos que lograron formar parte de los gabinetes. Pero no ha estado exenta de problemas. Estos gobiernos de los mejores generan una casta aristocrática que muchas veces deja de ser representativa de los intereses de los votantes-democracia. Como también que, aludiendo a criterios técnicos, mucha alternativas de acción no sean siquiera consideradas. Separar las aguas entre lo técnico y lo político siempre es útil. Y que ellos sea explicito en quienes deciden, mejor aun. Parece que, a medida que los países se desarrollan, esta tensión se hace más evidente y hoy en Chile la estamos, viviendo. Postnatal, matriz energética, política industrial, sólo por mencionar algunos temas donde la decisión final no se fundamenta en lo técnico. Cada día será más difícil escudar en argumentos técnicos para descartar las alternativas y se deberá ser más transparente acerca de la forma de cómo vemos y queremos el mundo. Es esperable que nuestros tecnopolíticos vayan desapareciendo en el tiempo sin dejar de reconocer lo fundamental que fueron para llegar a lugar de privilegio en que hoy nos encontramos.

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