11 de Abril de 2008

Medidas de Hacienda: Lo bueno y lo malo

Felipe Morandé Lavín Ph.D. en Economía, Universidad de Minnesota Decano Facultad de Economía y Negocios Universidad de Chile fmorande@fen.uchile.cl

El gobierno acaba de presentar al Congreso, con carácter de suma urgencia, un proyecto de ley que incluye una serie de medidas con el objetivo declarado de “...introducir mejoras en los regímenes tributarios del país para fomentar el crecimiento y el desarrollo de nuestra economía”. La medida que ha recibido más atención del público es la propuesta de rebajar el impuesto específico a las gasolinas desde 6 a 4,5 UTM por metro cúbico, en caso que el precio del petróleo promedio de los últimos doce meses supere los US$ 75 el barril (cosa que actualmente se cumple). Pero se contemplan cambios importantes al impuesto de timbres y estampillas (ITE) y a la franquicia de IVA a la vivienda. Hay que felicitar al Ministro de Hacienda por atreverse a proponer reducciones de impuestos (y no es la primera vez) en el marco de un gobierno de izquierda. En esta línea, destacaría como un aspecto positivo del proyecto la eliminación del ITE para las operaciones financieras de las pymes y el adelantamiento en la reducción del mismo impuesto para las personas naturales desde 1,35 a 1,2% prevista para 2009. Un acceso menos oneroso de empresas y personas al crédito sin duda beneficia la inversión y el consumo. También es loable la disminución del gravamen específico a las gasolinas, el que introduce un grado mayor de racionalidad tributaria, considerando que disminuye la brecha con el mismo impuesto al diésel, que es mucho más bajo (1,5 UTM por metro cúbico); esta brecha ha conducido a un aumento del parque de vehículos que usan diésel no obstante su mayor impacto (en la práctica) en la contaminación atmosférica (material particulado). Además, es un alivio en el bolsillo de los automovilistas, el que ha sido muy golpeado por el elevadísimo nivel alcanzado por el precio del petróleo en el mundo. Sin embargo, hay varios aspectos del proyecto que son criticables. Por de pronto, la exclusión de las empresas medianas y grandes del beneficio de la eliminación del ITE reduce significativamente el efecto buscado de fomentar la inversión, considerando que son esas empresas las que hacen el grueso de los proyectos (en monto) de ampliación de la capacidad productiva del país. En segundo lugar, es también cuestionable que la rebaja del impuesto específico a los combustibles no responda a un necesario estudio que determine cuál es el nivel más apropiado de este tributo, inicialmente justificado en 1975 como un mecanismo para reconstruir la infraestructura dañada por el terremoto de ese año pero que con el tiempo fue aumentando – especialmente a las gasolinas - como una manera únicamente de aumentar los recursos del Estado. Tampoco es muy elegante que esta rebaja se presente condicional al valor del precio del petróleo, porque es como agregar otro fondo de estabilización al que ya existe para el precio de los combustibles – y al que acaban de inyectarle US$ 200 millones. Parece más sensato una rebaja mayor (y permanente hasta que se estudie el nivel óptimo del impuesto), sin condicionarse al precio del petróleo, y un fondo de estabilización con subsidios menores. Finalmente, el aumento del IVA a las viviendas nuevas con precios superiores a UF 2.000 traerá como consecuencia un incremento en los precios de las mismas que posiblemente llegará hasta un 8% para aquellas con valores por encima de UF 4.000. Es un contrasentido aliviar el bolsillo de los automovilistas y al mismo tiempo cargar el bolsillo de los adquirentes de viviendas, como parte de un paquete que quiere estimular la economía. Es cierto que la meta fiscal de obtener un 0,5% del PIB como superávit estructural obliga a compensar las reducciones de impuestos, pero también es cierto que hay otras políticas públicas que han llevado a una dilapidación importante de recursos fiscales – el Transantiago, por ejemplo – que termina como en este caso rebotando en los compradores de casas nuevas. No parece justo.

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