09 de Agosto de 2013

Observaciones al Manejo Fiscal y su Impacto Macro

Guillermo Larraín, Académico de la Universidad de Chile, Diario La Segunda 05 de Agosto 2013

La semana pasada la Dirección de Presupuesto entregó su informe de ejecución presupuestaria que ratifica el diagnóstico: la situación fiscal no está mejorando como se esperaba. De una situación de déficit estructural del 1,7% del PIB en marzo de 2010 producto de la crisis internacional y la política contracíclica, el gobierno ahora proyecta que el déficit fiscal estructural en 2013 llegará sólo al 1,2% del PIB. El estado entonces no avanzará significativamente hacia el equilibrio fiscal durante esta administración. Veamos qué significa esto.

Que esta administración entregue el fisco con déficit estructural quiere decir, dada la definición que se usa en Chile, que aproximadamente un 5,4% del gasto público actual no está siendo financiado con fuentes sostenibles sino con endeudamiento público. No se trata de levantar una objeción de principio contra el uso de la duda pública sino señalar que el objetivo de estabilidad macroeconómica debe otorgarle al endeudamiento una lógica que hoy no existe.

Cuando la deuda pública pasó de 3,9% del PIB en 2007 a 5,8% en 2009 la lógica era que la acumulación de deuda es la contraparte de políticas fiscales contracíclicas para sacar a la economía de la recesión, cosa que contribuyó a hacer. Sin embargo, pasar de ese 5,8% del PIB en 2009 a una deuda pública del 12,2% en 2012, en el contexto de una economía que ha crecido, requiere una explicación mayor que no ha sido dada en forma satisfactoria.

El presupuesto 2014 será probablemente frugal para recuperar, por la vía de imponer austeridad en el gasto del próximo gobierno, parcialmente el equilibrio fiscal. Desde la perspectiva del próximo gobierno, el año 2014 será uno en el que habrá mínimas holguras fiscales. Como el ajuste lo hará en la práctica el próximo gobierno , será necesario que este Gobierno sea claro transparente en el estado de Hacienda Pública, en explicar cómo se llegó a esta situación y qué ha hecho el Gobierno para revertirla.

Estas son algunas de las cosas que esta administración deberá aclarar.

Primero qué ha pasado en esta administración con los ingresos tributarios que muestran una persistente caída. En 2008 y 2009 ello se explica por la crisis internacional, pero la caída de recaudación ha continuado en los años siguientes. En el informe de la Dipres, llama la atención que durante el primer semestre haya una caída importante de los ingresos tributarios producto de la caída del precio del cobre  (-32%) y una baja expansión de los ingresos tributarios no cobre: sólo 2,2% de crecimiento a pesar de que en el 2012 la economía  creció un 5,6 ¿Qué pasa?

Segundo, también será necesario que el  Gobierno explique por qué, si los ingresos tributarios han bajado (medios por la Operación Renta Consolidada en la presentación de la Dirección de Presupuestos), el gasto público ha crecido tanto más. En este primer semestre de 2013, frente a una nueva caída de 5,6% real anual en ingresos tributarios los gastos públicos han crecido un 6,8%. ¿Cuál era la necesitad macroeconómica para esto?

Una posibilidad puede ser algo que hemos discutido antes en esta columna: la estrategia de que nuevos gastos permanentes pueden ser financiados sólo con el crecimiento económico es una doctrina errada. Sólo sirve en el margen para reasignaciones que son siempre acotadas.

Finalmente, hay que destacar que vulnerabilidad de las finanzas públicas a los vaivenes del precio del cobre. Vimos que en el primer semestre estos ingresos han caído un 32% producto de las incertidumbres respecto de los países emergentes, en  particular de China. Como se sabe, hay crecientes dudas respecto de la sostenibilidad del crecimiento chino –algo que hemos repetido en estas páginas desde octubre del 2010-, lo que se traduce en dudas sobre el precio del cobre de largo plazo y, en consecuencia, sobre el nivel del gasto público sostenible.

Un escenario de riesgo que es necesario discutir es cómo enfrentar una potencial en 2014 consistente en una caída adicional importante en el precio del cobre. Si esto se traduce en una reducción de la estimación de precio de largo plazo del cobre, será necesario introducir un ajuste de gasto público adicional a cualquiera sea la austeridad de este año.

Y eso habría que agregar que una caída en el precio spot del cobre aumentaría el déficit en la cuenta corriente, y básicamente dice que no hay que preocuparse: es un déficit producto de decisiones privadas y que habrá una suerte de ajuste automático. Sin embargo, esto supone un tipo de racionalidad en los mercados financieros que es excesiva, tal como quedó demostrado en la crisis internacional de 2009.

En definitiva, este Gobierno dejará las cuentas públicas en rojo y el ministro ha señalado que el presupuesto 2014 será austero. En la práctica esto implica que deberá ser la próxima administración la que haga el esfuerzo de ajustar el exceso de gasto del actual Gobierno. Los márgenes de maniobra de gasto serán mínimos y cualquiera sean las propuestas de gastos permanentes que tenga quien gane las elecciones, sólo podrá llevarlas a cabo de de entrada aprueba una reforma tributaria importante.

 

 

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