02 de Abril de 2012
¿Otra vez el macetero?
Oscar Landerretche
Académico de U. de Chile.
Diario La Tercera
23 de marzo de 2012
Uno de los momentos más ridículos de la actual oposición ocurrió con la reforma tributaria del 2010. A propósito del terremoto se propuso una reforma consistente en alzas transitorias de impuestos compensadas con rebajas permanentes. El resultado neto sobre el valor presente de la recaudación era cero o negativo. Los propios personeros de gobierno la presentaban como neutra cuando hablaban en foros empresariales.
Lo que me interesa recordar es el festival de voces opositoras que salieron entusiastas, aplaudiendo como focas, con el mote de “Piñera hace cosas que la Concertación no se atrevía”. Pronto escucharemos lo mismo a propósito de la nueva propuesta del gobierno. Se nos ha anticipado que se espera recaudar 700 millones de dólares anuales. El PIB está, ahora, en unos 250 mil millones de dólares. Esto implica, aproximadamente, un incremento de la carga tributaria de 0,2-0,3% del PIB.
El parecido con la reforma agraria de macetero del Presidente Jorge Alessandri no es casual. La Lógica es hacer una reforma mínima., de efecto acotado sobre las grandes fortunas, con despliegue publicitario, buscando contener la reforma de fondo no resultó entonces_ Veremos esta vez. Para que el lector se haga una idea, la carga tributaria actual fluctúa en torno al 18% del PIB. Los que creemos que Chile debe seguir el camino de las economías socialdemócratas europeas aspiramos a subirla en un 5% del PIB de aquí el año 2020. La propuesta actual de la oposición es dar un paso inicial consistente en una reforma cercana al 2% del PIB.
“¿Y por qué no lo hicieron en 20 años?” dirán las focas. La respuesta es simple: sí se hizo en 20 años. Al inicio de los gobiernos de la Concertación se negoció (enclaves autoritarios y minoría parlamentaria mediante) una reforma que, se esperaba recaudara un 2% del PIB. Los expertos nos dicen que, ex post, recaudó más que eso como resultado entre otras cosa, de una modernización ejemplar de Impuestos Internos que restringió algunos mecanismos de evasión. Esa reforma incluyó un incremento transitorio en el impuesto a las utilidades de las empresas del 10% a 15% que luego se renegoció como permanente por ahí por 1993. Con posterioridad se subió el impuesto a las utilidades dos veces más en un 1%, llegando al 17% actual. Nótese, además, que durante los años siguientes a esa reforma tributaria, la economía chilena desplegó las tasas de crecimiento más altas de toda su historia. Es evidente que esos impuestos financiaron vía reparación social, la calma y paz sobre la que se construyó buena parte de la prosperidad actual.
Es más, estimaciones conservadoras indican que la siguiente reforma, del año 1998, por sí sola tuvo un efecto, en régimen, de 0,3-0,4% del PIB, esto es, más que la que se propone hoy. Así que_ Sí se hizo.
Mi punto es simple: está bien que tengamos visiones críticas de los gobiernos de la Concertación, que nos amargue lo que no se pudo o quiso hacer, y que nos avergüence cómo nuestros gobiernos fueron penetrados por el lobby empresarial. Hablemos de eso y qué podemos hacer para evitar que vuelva a ocurrir. Lo único que sugiero es que no hagamos el ridículo celebrando, otra vez, a un macetero como si fuera una plantación.
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