15 de Octubre, 2022

Re-optimizando la ruta

* Publicada en diario El Mercurio el 15 de octubre

 

El FMI y la OCDE nos recordaron los signos de nuestra economía. Un bajo crecimiento este año, con una inflación promedio sobre el 10% y un crecimiento peor en 2023, con una inflación parcialmente mejor.

 

Las razones, una componente externa amplificada por factores internos. La inflación en el mundo fuerza a los bancos centrales a subir las tasas interés para contraer la demanda/producto y de esta forma, la inflación. En Chile, la inflación ha sido mayor que en el resto de América Latina. De los países más grandes, solo Argentina y Venezuela tienen inflaciones mayores. La entrega de beneficios mal focalizados, mayores a los que nuestra economía podía dar, unido a los retiros de ahorros previsionales, explican esta mayor inflación. Nuestro Banco Central tendrá que subir más la tasa para controlar la inflación, antes que esta se vuelva endémica.

 

Haber gastado más de lo que tenemos, endeudándonos y sacando ahorros previsionales, también nos dejó un déficit de cuenta corriente, que es el mayor de América Latina. Gastaremos casi 7 por ciento más de lo que produciremos, y no en inversión, que caerá un 3,3%. Este gasto por sobre lo que producimos se traduce uno a uno en una mayor deuda externa.

 

El crecimiento será el menor de Sudamérica este año, salvo Paraguay; y en el próximo año será el peor de Latinoamérica. Es verdad que la actividad económica en Chile tuvo un rebote muy rápido post 2020, pero aun si consideramos el crecimiento entre el 2021 y la proyección hasta el 2023, seguimos en la parte baja de la tabla de Sudamérica, solo superamos a Brasil, Ecuador y Paraguay.

 

Debemos sacar dos conclusiones. Primero, las malas políticas, aunque estén bien intencionadas y puedan dar un alivio temporal, terminan afectando a la gente. Nuestros salarios hoy pueden comprar menos bienes que hace un año. Segundo, hay que ajustar las expectativas. Muchas de las promesas hechas en campaña no se podrán hacer. Nuestra economía no da. Malas políticas han favorecido que seamos más pobres.

 

El sistema político, todos debemos volver a tener la capacidad de evaluar las políticas mirando todas sus consecuencias. Decir cuando una política es pan para hoy y hambre para mañana. Priorizar los cambios y focalizar los beneficios, asumiendo que la universalidad puede ser buena para los países nórdicos, pero no para un Chile tan desigual. Decir que para financiar derechos sociales hay que tomar medidas con costos políticos, pues no siempre van en línea con otras demandas.

 

Debemos cerrar incertidumbres que impiden crecer. Concordar ya el camino constitucional, dejando en claro que este se construye sobre el camino ya recorrido. Aprobar el royalty minero, el cual debe recaudar, pero mantener nuestra competitividad, tal cual lo dijo el ministro de Hacienda. El Gobierno debe bajar con fuerza al aparato estatal y a sus partidarios el mensaje presidencial de que se debe priorizar el crecimiento. Esto puede tener costos políticos, por ejemplo, pasar de una vez por todas el TPP11. Se debe definir qué reformas, planteadas en el programa de gobierno, se harán en este período presidencial y como se ajustarán a la nueva realidad.

 

Solo una parte de la reforma tributaria se debe hacer para mejorar nuestras cuentas fiscales. Las indicaciones de Hacienda van en esta línea, pero creo que son insuficientes. El royalty que reduce incertidumbre, y las medidas para reducir la evasión y elusión, que recaudan y a la vez reducen distorsiones, deben ir. El sector privado debe entender que el país no resiste más que algunos paguen menos impuestos de lo que corresponde. Esto implica mayores atribuciones al SII, cambios a la norma general antielusión y el denunciante anónimo remunerado deben ser aprobados. Además, la reforma debe mantener la eliminación de privilegios que fueron identificados por el Ministerio de Hacienda del gobierno pasado: los fondos de inversión privados, y otras exenciones que permiten postergar el pago del impuesto corporativo se deben eliminar. Pero se debe repensar la base y las tasas del impuesto a las utilidades retenidas, inclusive posindicaciones las tasas son altas y se generan importantes distorsiones. Respecto del impuesto al patrimonio, sabemos que no recauda mucho y genera mucho ruido; sin temor a la funa fácil, debemos pensar si mantenerlo en la reforma.

 

Respecto de la reforma previsional, a pesar de que el alza de un 6% de la cotización por parte del empleador implica una mayor carga de casi un 2% del PIB para el sector productivo, debemos hacerla ya. Pero dado que el Gobierno en el Presupuesto 2023 ya financiará una pensión básica solidaria, que deja tasas de reemplazo mayores al 100% en muchos casos, esta cotización adicional debe ir mayoritariamente a ahorro en cuentas individuales (el cual puede tener una componente solidaria), y solo una parte menor a reparto, fracción que debe ir bajando en el tiempo.

 

Para apoyar a las familias por la inflación, las políticas deben ser muy focalizadas. Ideas como bajas de IVA e impuestos específicos no deben prosperar; pues aparte de afectar nuestras cuentas fiscales, no se focalizan solo en quienes más lo necesitan. La actual política de compensar el alza de la canasta básica a los hogares de menores recursos es una buena política a mantener hoy.

 

Por último y no menos importante, debemos enfocar recursos y capital político en fortalecer nuestras policías y las políticas que combatan el crimen organizado. Aumentar recursos, pero también realizar la modernización de Carabineros, proyecto que duerme en el Congreso, son claves. Esto no solo por el mal que la delincuencia hace directamente, sino que también porque afecta el crecimiento. De más está decir que el robo de cobre con armas automáticas, la quema de maquinarias y el cierre de caminos afectan el crecimiento. Pero también, fortalecer nuestras policías favorece más a las pymes. Por ejemplo, hoy la mayoría de los comerciantes compiten en desigualdad de condiciones. Enfrentan en su puerta un comercio ilegal que no paga local ni impuestos; además, el atochamiento que se genera facilita los robos. Y peor aún, como hay signos, algunos están siendo presionados por bandas a pagar por protección. Todo esto les hace difícil competir con malls y grandes tiendas que tienen su seguridad privada.

 

Debemos parar la pelota, mirar hacia adelante y reoptimizar nuestro camino al desarrollo.

 

Alejandro Micco
Académico Depto. de Economía