02 de Marzo de 2012
Teorema freak: reflejo revelador
Oscar Landerretche
Académico de U. de Chile.
Diario La Tercera
27 de enero de 2012
Hemos intentado contribuir con tres ideas freak para revertir el sesgo del sistema tributario contra los pobres, el trabajo, la educación la innovación y el emprendimiento popular. La primera fue el “IVA Progre”: un sistema graduado de IVA por nivel de ingreso usando la tecnología de medios de pagos electrónicos. La segunda fue “La Cuenta Educativa Tributaria”: la eliminación de franquicias al gran capital y su traslado a las familias que financian educación. La tercera fue “el Vamos”: el alza de impuesto a las rentas de la explotación a gran escala de recursos naturales y su uso para generar franquicias tributarias a los emprendedores jóvenes y de origen popular.
Las tres ideas son difíciles de implementar y requieren más análisis, por cierto. Ese es el objetivo de las ideas freak: desafiar y provocar.
No es raro que nos cuenten este tipo de ideas. El esfuerzo necesario para mejorar la equidad es colosal. Piensen que durante los 20 años de la Concertación todo lo que se hizo (Auge, seguro de cesantía, reforma previsional, etc.) apenas alcanzó para evitar el empeoramiento en equidad que ocurrió en el resto del mundo. El esfuerzo requerido para pasar a la ofensiva en este tema es mayor y uno de sus elementos centrales es atreverse a proponer, pensar, discutir y analizar ideas que antes se descartaban a priori por prejuicios técnicos.
Recibí comentarios a las tres ideas, todos los cuales agradezco. Motivaron el teorema freak de hoy: “El reflejo revelador”, la tendencia que uno tiene a revelar sus prejuicios políticos en el reflejo automático frente a una idea.
Un ejemplo: respecto de la propuesta del IVA Progre recibí dos tipos de comentarios.
Algunos inmediatamente pensaron en cómo el mecanismo podía servir para evadir impuestos: las señoras de Chicureo, me decían, enviarían a sus nanas a comprar aprovechando el IVA más bajo a las que éstas tendrían derecho. Mi respuesta era que esto no era posible con transferencias electrónicas, porque quedaría registro del pago y subirá la tasa de IVA de la “nana”. La señora de Chicureo tendría que repartir sus compras entre decenas de “nanas”, compensarlas por el alza en sus tasas y lograr que el SII observe estos pagos electrónicos extralaborales y no los investigue. Bueno, ok, pero igual no me gusta, me decían.
Otros, en cambio, pensaron inmediatamente en cómo mejorar la propuesta en vez de objetarla. Me dijeron: ¿Por qué no hacemos mejor un sistema de devoluciones de IVA al estilo del impuesto de la renta, con la misma gradiente que propones, pero con tecnologías más convencionales? Yo dije: de acuerdo. Conversaciones similares me ocurrieron en otras dos propuestas.
Constato lo siguiente: hay gente cuya reacción de Pavlov respecto de toda idea que se meta con los pilares de la desigualdad en Chile es “ok, pensémoslo bien y veamos cómo mejorarlo”.
Al final, las propuestas se analizarán, modificarán o descartarán. Es muy posible que las tres últimas ideas freak sean, al final, malas ideas, quién sabe. Pero los dos reflejos automáticos son reveladores: indican disposiciones diametralmente opuestas respecto del problema de la equidad.
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