17 de Diciembre, 2019
Un nuevo sistema tributario
En días recientes, se dio a conocer un acuerdo tributario entre el gobierno y la oposición que permitirá dar salida al proyecto de Ley de modernización tributaria. Dicho acuerdo contempla la modificación de varios aspectos incluidos en el proyecto original de agosto de 2018, y una revisión profunda de exenciones contempladas en nuestra legislación, la cual será efectuada por una comisión destinada para tal efecto. Esta nueva propuesta constituye otro anuncio de reformas sobre las parchadas leyes impositivas que rigen en nuestro país.
Si se hace un análisis en profundidad, nuestro sistema tributario en la actualidad no cumple con los objetivos que impone un régimen moderno, como son la suficiencia, simplicidad y equidad, por citar algunos. A través de diferentes reformas, la normativa se ha ido complejizando, incumpliendo con el propósito de conseguir una importante redistribución de la riqueza. Esto hace que difícilmente se puedan aportar los recursos que se necesitan para afrontar las actuales demandas sociales.
Debido a esto, creemos que es hora de modificar completamente los ejes estructurales de nuestro sistema tributario, pensando, por ejemplo, en una nueva Ley sobre Impuesto a la Renta y del IVA. Las actuales normativas datan de la década del setenta, por lo que fueron pensadas para las necesidades en un contexto muy distinto al que existe hoy en día. De hecho, cada cierto tiempo ambas normativas dejan entrever las falencias que presentan para adaptarse a la realidad del Siglo XXI. A las normas anteriores, se suma una Ley de Impuesto de Timbres y Estampillas de los años ochenta; una ley sobre Impuesto a las Herencias y otra de Impuesto Territorial de los años sesenta.
Si nuestro sistema tributario fuera una casa, tendríamos que decir que es una construcción hecha en general en la década del setenta, cuando las necesidades de las familias eran totalmente diferentes.
Las últimas reformas tributarias han tenido como objetivo cambiar algunos aspectos –a veces importantes– de nuestro sistema, pero sin que haya existido de parte de los hacedores de políticas públicas una visión holística, que buscara la interacción de las diferentes normativas que componen el sistema y contemplara para su elaboración la experiencia comparada. Un ejemplo de ello, se encuentra en las recientes modificaciones que se han hecho en la Ley de la Renta. En este caso, no se ha puesto sobre la mesa la desintegración del sistema, característica común que existe en los sistemas tributarios de la mayoría de los países de la OCDE.
En lo que a impuestos se refiere, necesitamos un sistema que se adapte a una nueva economía, más centrada en lo digital y menos en el intercambio físico de productos. Se requiere de un sistema tributario que tome nota de los cambios de una economía dinámica y globalizada, en que las directrices de los temas importantes de materias de tributación se deciden cada vez menos en nuestro parlamento y cada vez más en foros internacionales.
Tal vez no sea prudente en estos momentos efectuar un cambio de gran envergadura en nuestra normativa, pero sí vale la pena estudiar las modificaciones con antelación para que, en el mediano plazo, tengamos construida una casa nueva acorde a las necesidades que nuestro país se merece.
Gonzalo Polanco
Director Centro de Estudios Tributarios
Académico Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información