24 de Junio, 2022

Un sistema mixto de pensiones

* Publicada en diario Financiero el 24 de junio

 

Una idea rara vez contradicha en economía es que las soluciones esquina no son óptimas. Tiene sentido, porque usualmente la política pública tiene varios objetivos y la regla de Tinbergen dice que se requiere igual número de instrumentos.

 

En pensiones hay dos grandes objetivos: prevención de la pobreza en la vejez y suavización del consumo entre la vida activa y pasiva. Como hay dos objetivos, debe haber dos instrumentos. Uno es ahorro y el otro es seguro. Esto explica la convergencia hacia sistemas mixtos, a diferencia de lo que plantea Cecilia Cifuentes en su columna de ayer.

 

El ahorro puede ser individual, colectivo o ambos. Puede haber ahorro obligatorio y voluntario, cuentas financieras o nocionales, se puede invertir en instrumentos financieros (AFP) o directamente en proyectos y empresas (fondos canadienses). Hay variedad. Lo que es claro es que (a) se necesita ahorro y (b) no obstante que puede haber una oferta de gestión estatal, el grueso debe ser gestión privada, porque para valorar instrumentos financieros la correcta formación de precios requiere miradas contrapuestas sobre un mismo activo (es es el "fair price" en finanzas).

 

Por su parte, un seguro es un mecanismo contributivo (se paga una prima) que permite redistribuir recursos entre quienes sufren un siniestro y quienes no. Un seguro es un sistema de reparto. Los que chocamos el auto recibimos una indemnización financiada por los que compramos el seguro. En previsión, los seguros de invalidez y sobrevivencia siguen esta lógica, pero es más complejo.

 

Pensemos en quienes ingresaron al mercado del trabajo en 1982, en medio de una recesión con desempleo juvenil masivo hasta 1988 al menos. La publicidad de una AFP decía que una laguna previsional al inicio de la vida tiene un efecto gigantesco sobre la pensión final. Es verdad. El desempleo masivo de los años 80 afecta gravemente las pensiones de los que estarán jubilando en la próxima década. ¿Hay que pensar una forma de aseguramiento para esa generación? Es una opción societaria. Algunos piensan que no, pero da la impresión de que en Chile prima la idea contraria.

 

El componente de seguro también se puede estructurar de varias formas. En Nueva Zelandia es una pensión universal financiada por el Estado, generosa y de altísimo costo. La PBU chilena va en esa dirección. Puede ser un sistema de reparto con prefondeo o pay-as-you-go. Hay variadas formas de crear un sistema prefondeado de reparto. Uno era el sistema de ahorro colectivo de Bachelet 2. Otro era el sistema de seguro de longevidad que yo mismo propuse.

 

Frente a shocks como longevidad, lagunas previsionales y shocks financieros, la variable de ajuste en un sistema de capitalización pura es el nivel de la pensión. En un sistema de seguro, variables fiscales. Un sistema mixto reconoce esta complejidad y cuenta con variadas herramientas de ajuste. Combinaciones hay muchas, debemos ser pragmáticos y flexibles para elegir.

 

Acemoglu y Robinson dicen que la clave del éxito son las instituciones inclusivas. Pero la inclusividad no es un atributo teórico de un sistema de pensiones. Debe haber confianza y credibilidad, porque tomar medidas complejas (ej. edad de jubilación) requiere legitimidad. La aceptación política de una reforma no es politiquería, sino la condición para que un sistema persista y se perfeccione.

 

Entonces, ¿cómo elegir? La izquierda debe aceptar que mucha gente valora su ahorro individual, y la derecha que hay formas de concebir la solidaridad que no coinciden con su visión. Un buen sistema mixto hace esa pega y es lo que hay que construir ahora.

 

Guillermo Larraín
Académico FEN