28 de Agosto de 2013

Utopías y Referentes

Joseph Ramos, Profesor Facultad de Economía y Negocios Universidad de Chile Diario La Tercera 28 de Agosto de 2013

Años atrás éramos todos autocomplacientes o auto-flagelantes. Al parecer, hoy día son todos auto-flagelantes. Por cierto, no es de extrañar que en un período pre-eleccionario abunden las críticas al status quo, pues se trata de tener propuestas innovadoras para progresar. Sin embargo, creo que se trata de más que eso. En efecto, el actual “modelo” (neoliberal) fue impuesto. Posteriormente fue aceptado o tolerado a regañadientes en forma condicional – en la medida que aseguraba un progreso adecuado. Mas este modelo neoliberal es el ideal a lo sumo de una pequeña minoría. De ahí que estamos viviendo un momento fundacional, en que se busca concordar un nuevo consenso sobre las bases económicas, sociales y políticas para el futuro de Chile. No en balde que en este contexto abunden las críticas y las propuestas de reformas sin límite, salvo lo fértil de la imaginación. 

Sin embargo, esa misma abundancia genera una incertidumbre que intranquiliza a todo ese que valora la estabilidad (la gran mayoría de nosotros). Por cierto, no es posible ni deseable querer coartar tal fertilidad propositiva. ¿Cómo respetar el legítimo derecho a pensar en grande, sin arriesgar hundirse en una búsqueda infructuosa de una nueva utopía? Digo búsqueda infructuosa, porque utopía quiere decir eso, un no existir en ninguna parte. 

Hay dos tentaciones que habría que resistir. La primera es la de desechar todo lo realizado hasta ahora y comenzar por completo de nuevo. Por lo contrario, se debe aspirar siempre a más, pero construyendo sobre lo hecho, y no empezando siempre de nuevo. Se trata sí, de soñar, pero con los pies firmes sobre la tierra para hacer algo nuevo en la realidad y no sólo en el pensamiento. 

La segunda tentación es la de la arrogancia, de creer que Chile puede crear un modelo completamente nuevo, no existente en ninguna parte del mundo. Más realista, y, a su vez, exigente, es aspirar a una variante propia de algún modelo de sociedad concreta y conocida (liberalismo norteamericano; economía social de mercado alemán; social democracia nórdica; Japón; Cuba; la ex URSS…). Es realista, pues tal sociedad existe (o existió). Es exigente pues aún nos queda mucho por asemejarnos a él y alcanzarlo. Es propia pues la adaptaremos a nuestras aspiraciones e idiosincrasias.

Tener un referente sirve para orientar a cómo y hacia donde avanzar. Tiene la virtud adicional que reduce la incertidumbre. En efecto, un referente no solo aglutina a los que piensan en forma semejante si no que suele tranquilizar a los que piensan diferente. Por ejemplo, en mi caso tengo a los países nórdicos como modelos. Al explicitar que son mi referente, todos sabrán con eso hacia donde pretendo ir. Por consiguiente, sabrán el tipo de medida que iré buscando en el tiempo. Además, aunque no todos gusten de mi referente, al menos sabrán los límites de mi accionar. En cambio, la falta de referente es un cheque en blanco respecto al futuro, que intranquiliza mucho más que cualquiera reforma específica propuesta. 

Termino con una nota propositiva. Observo que en ambas coaliciones se habla favorablemente de las social democracias nórdicas. De ser ello cierto, y no ser una mera promesa de campaña eleccionaria ¿no daría esto pié para concordar un nuevo consenso social en Chile en torno a tal referente nórdico y lo que él implica? 

 

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