27 de Mayo, 2019

Agenda climática global y la COP25

¿Qué es la COP?  Es la pregunta que se repite cada vez más en las últimas semanas.  Es que los asuntos relativos al cambio climático se han ido tomando la agenda. Y no sólo en Chile, el Parlamento británico declaró hace unas semanas al país en estado de “Emergencia Climática”.

 

La Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas (UNFCCC) nació en la Cumbre de la Tierra realizada en Río de Janeiro el año 1992, con el objetivo de estabilizar las concentraciones de CO2 en la atmósfera a niveles que no significaran una amenaza para la humanidad.  Es así como desde 1994 los representantes de los países se reúnen todos los años en lo que se denomina la Conferencias de las Partes, que se abrevia con la sigla COP. Es decir, este año se cumplen 25 años, de ahí que a la COP que se realizará en Chile se le llame COP25.

 

La COP3, llevada a cabo el año 1997 en Kioto, dio origen al Protocolo de Kioto, que entró en vigencia recién el año 2005. A diferencia de su predecesor, el Acuerdo de París entró en vigencia tan sólo 11 meses después de haber sido alcanzado en la COP21 de París y su implementación comenzará el 2020. En ambos casos la vigencia comenzó cuando 55 países que sumaron el 55% de las emisiones globales. Pero hay otras diferencias entre estos dos acuerdos que vale la pena revisar.

 

El Protocolo de Kioto (PK) dividió a los países entre “desarrollados” y “en desarrollo”, estableciendo obligaciones de reducción de emisiones de gases efecto invernadero (GEI) para los primeros de 5% respecto de sus emisiones del año 1990, y dejando a los segundos sin obligaciones de reducción.

 

El mecanismo más conocido del PK era el Mecanismo de Desarrollo Limpio o MDL, que creó un mercado de emisiones transables desde países en desarrollo hacia países desarrollados.

 

Chile aportó con varios proyectos desarrollados bajo el esquema MDL. El primero de ellos fue la central Chacabuquito, perteneciente a Colbún, y le siguieron más de 100 proyectos de diversa índole desarrollados en Chile y acreditados ante la UNFCCC.

 

El sistema de transacción de emisiones implementado por el PK tenía fecha de término el año 2012, y el mundo esperaba que en la COP15 del año 2009, realizada en Copenhague, se alcanzaran los acuerdos que permitieran darle continuidad al mercado. Sin embargo, el nuevo acuerdo fue alcanzado recién el año 2015 en París. Como resultado el mercado de emisiones decayó durante varios años y recién ahora se está recuperando.

 

El PK dejó un importante legado respecto de la forma de alcanzar acuerdos globales. Por una parte, el Acuerdo de París (AP) no impuso metas sino que estableció que cada país debe definir sus compromisos de manera autónoma. Son las denominadas NDC, o Nationally Determined Contributions, las cuales deben revisarse y hacerse más ambiciosas cada 5 años.

 

Otra diferencia importante entre el PK y el AP es que este último deja atrás la llamada “adicionalidad”, lo que tiene sentido porque el AP busca que en el futuro todas las inversiones estén alineadas con la acción climática, por lo tanto nada será adicional.

 

Así, el AP compromete que los flujos financieros globales, tanto públicos como privados, se alineen con la acción climática. Para ello, los países deben realizar los arreglos institucionales y legales, y ciertamente el instrumento más importante es la instalación del precio al carbono, ya sea mediante impuestos o a través de sistemas de emisiones transables. Actualmente alrededor del 20% de las emisiones globales ya están bajo algún sistema de precio al carbono.

 

Si bien los países han comenzado a hacer la pega, como siempre los mercados han ido más rápido. Actualmente los portafolios de inversión están reduciendo su interés en activos intensivos en combustibles fósiles y hay apetito por inversiones que cumplen altos estándares ambientales, sociales y de gobierno corporativo, los llamados ESG por sus siglas en inglés, que aseguran no sólo alineamiento con la acción climática, sino también menores riesgos ambientales y sociales en el largo plazo. Actualmente, la inversión sostenible ya abarca un porcentaje importante de todos los activos gestionados de forma profesional: 49% en Europa, 26% en EE.UU., 51% en Canadá, 63% en Australia y Nueva Zelanda 63% y 18% en Japón.

 

Si bien el AP no contiene cláusulas de “enforcement”, la Unión Europea está haciendo exigible su cumplimiento mediante su inclusión en los tratados comerciales. Así lo hizo con el tratado de libre comercio firmado con Japón el año pasado; y así lo está haciendo en sus negociaciones con China actualmente.

 

Y qué se discutirá este año en la COP25? Nada más ni nada menos que la implementación de los mercados de carbono entre los países. Es decir, la forma en que el sector privado se hace parte de la solución al problema climático. Es lo que falta para que esté listo el Libro de Reglas del AP, y se espera que este año se acuerden las que permitirán comenzar su implementación el 2020.

 

En las COP, el rol del anfitrión es crucial para lograr los acuerdos, y Chile tiene aquí la oportunidad de mostrar su apertura a los mercados internacionales y su liderazgo para transitar hacia una economía menos intensiva en carbono y resiliente al clima. Si lo hacemos bien, podremos posicionarnos como un país proveedor de primera línea para la economía del siglo XXI.

 

Marina Hermosilla
Directora Ejecutiva 
Líderes Empresariales por la Acción Climática, CLG-Chile